viernes, 21 de diciembre de 2012

Nuestra pequeña Navidad


Siempre he pensado en la Navidad como un tiempo viejo, un poco borroso y distorsionado que cada veinticinco de diciembre viene a sorprendernos como un recuerdo azucarado y agradable. Pienso que la Navidad es eso, un recuerdo de infancia, aquel tiempo en que creíamos en seres que iban repartiendo regalos y que, con el tiempo, descubrimos imaginarios. Todos luchábamos para que el sueño no nos venciese de manera que la noche se hiciese más corta. Velábamos deseos cálidos de papel satinado y los desempaquetábamos en mañanas frías. Corríamos descalzos por la casa y las vacaciones parecían más largas, como lo eran los veranos que nos doraban la piel. El tiempo lo distorsiona y lo modifica todo. ¡Todo nos parecía tan grande y distinto! Me gusta pensar que cada uno de nosotros tiene su Navidad particular, única y diferente de la de los demás y que esa Navidad es la que intentamos reproducir año tras año en un incansable empeño por mantener nuestro espíritu eternamente joven y recordar que las cosas que nos hicieron felices o las personas que nos quisieron tanto y ahora ya no están siguen siendo parte inseparable e imprescindible de nosotros mismos.
En mi Navidad particular me gusta dormir en mi cama, acostarme y levantarme tarde, volver a andar los caminos que me parecían tan distintos y grandes cuando era pequeña; me gusta tomar las uvas porque me parece ver a mi abuelo ahí, comiéndolas con nosotros y alardeando de que come treinta mientras yo me atraganto con doce. Me gusta ver a mi hermano y revivir nuestros juegos infantiles. Prefiero que las cenas sean íntimas, sin grandes alardes y sencillas pero siempre con vino. Y está ese ritual que he adoptado los últimos años que consiste en pasar la tarde viendo por enésima vez alguna de mis películas favoritas. 
Hay regalos que se nos quedan grabados de por vida pero el más preciado, ahora lo sé, es descubrir que cuando estás con las personas que quieres te sientes como si estuvieras en casa. Y no hay nada como estar en casa.




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