sábado, 28 de septiembre de 2013

Tú cuya mano

Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.

Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de aquella luna de Sumatra,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
los padres y patrias se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.

Agustín García Calvo


domingo, 22 de septiembre de 2013

Que así sea


No viene la nostalgia como entonces,
ni el corazón abierto busca sombras.
Todo está detenido. Y en las manos
se refugian los días y los viejos
amores. El tiempo de la dicha.

Esas tardes de mayo cuando era
el mundo maravilla conocida,
exquisito gin-tonic, y unos brazos
en donde refugiarse de los hombres.
Todo en ti, todo era la belleza.

Y la calle de siempre. Y el sonido
de un verso. El automóvil gris
parado como siempre
en el portal sin nombre de tu casa.
Y tú misma asomada a la ventana.

Ahora miro tu nombre en cualquier sitio:
En los viejos papeles. Las postales
de tu primer verano sin nosotros.
En todas las partidas
de nacimiento y muerte y amor loco.

Hoy miro lo que fuimos y no somos.
La tristeza del pan del dia siguiente,
el cigarrillo negro que fumabas,
tu tos cuando dormías en la noche.
La ropa que colgaba en el armario.

Definitivamente adiós. Y que así sea.
Y que jamás me llegue el miedo a solas.
Que no te encuentre nunca. Y que ahora mismo
sea incapaz de evocarte. ¿Cómo era
el gusto de tu lengua entre mis labios?

Rodolfo Serrano

martes, 10 de septiembre de 2013

Pide un deseo

Como cuerpos bellos de muertos que no han envejecido
y los encerraron, con lágrimas, en una tumba espléndida
- con rosas en la cabeza y en los pies jazmines -,
así parecen los deseos que pasaron
sin cumplirse; sin que ninguno mereciera
una noche de placer, o un alba luminosa.

Constantinos P. Cavafis (1904), Deseos.


sábado, 7 de septiembre de 2013

Realidad inteligible, realidad sensible



"You and I, it´s as though we have been taught to kiss in heaven and sent down to earth together, to see if we know what we were taught."

Boris Pasternak, Doctor Zhivago (1957)