martes, 30 de julio de 2013

Utopía

Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos,
ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos
y se corre diez pasos más allá.
Por mucho que camine,
nunca la alcanzaré.
-¿Para que sirve la utopía?
-Para eso:
para caminar.
                     
                                                                              (Eduardo Galeano)



jueves, 25 de julio de 2013

Funeral Blues

Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.
Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro
Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción
Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.
No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.

(W.H. Auden)


El paso de la laguna Estigia
Joachim Patinir, h. 1520
Óleo sobre tabla • Renacimiento
64 cm × 103 cm
Museo del Prado, MadridFlag of Spain.svgEspaña

viernes, 5 de julio de 2013

La memoria

La memoria nos miente y nos desarma, lo transforma todo a su conveniencia. Es necesario, sin embargo, el recuerdo; él rescata nuestras huellas del tiempo y es soplo de aire que barre el hilo de arena de los relojes. El  recuerdo, como el pasado, cimenta y constituye nuestro esqueleto, nos alza en hombros de gigantes -de aquéllos que fueron grandes hombres de la historia- para permitirnos vislumbrar el horizonte con la mirada de los sabios y con la de la propia experiencia. Con la piel muerta de las convicciones de antaño conformamos, reformamos y aprehendemos nuestro presente. El olvido es sólo un brebaje que acalla los dolores y lava las heridas; la memoria nos miente pero también nos salva. Como los recuerdos dulces de la infancia. Y, a veces, también hiere.